domingo, 26 de junio de 2011

La pendiente resbaladiza de la maldad

¿Sabemos de qué seríamos capaces en una situación extrema a la que nunca nos hubiéramos enfrentado? ¿Somos realmente quienes creemos que somos? Eduard Punset habla con Philip Zimbardo, psicólogo de la Universidad de Stanford y autor del famoso y macabro experimentode la prisión de Stanford, realizado en los años 70 para estudiar la reacción de unas cuantas personas recluidas en un lugar hostil y sometidas a duras circunstancias.


martes, 21 de junio de 2011

El “Dios terrible” es una invención reciente



La idea de un Dios como vigilante moral es un supuesto habitual en las teorías evolucionistas sobre el origen de la religión. Según el planteamiento más corriente, el castigo sobrenatural podría ser una adaptación ancestral capaz de mejorar la cooperación dentro del grupo y de resolver el problema de los aprovechados (freeriders). Un artículo reciente, sin embargo, publicado en Religion, Brain & Behavior pasa revista a esta teoría (o conjunto de ellas) y arroja algunas dudas sobre el relato. Las evidencias etnográficas de hecho no mostrarían que la creencia en castigos sobrenaturales exista dentro de sociedades típicas de cazadores y recolectores (sociedades de pequeña escala e igualitarias), mientras que esta creencia sí sería prevalente en las sociedades de gran escala, agrícolas y jerárquicas. El "Dios terrible" no sería, por tanto, una figura psicológica universal, sino un "invento" cultural bastante reciente en términos evolutivos.

En el blog Geneaology of religion recuerdan también el carácter "genealógico" de los relatos evolucionistas, y citan un fragmento de la Geneaología de la moral bastante pertinente. Nietzsche recuerda que los orígenes de una institución pueden ser muy diferentes a su utilidad actual, como de hecho supone la teoría de la evolución moderna:
Por muy bien que se haya comprendido la utilidad de un órgano fisiológico cualquiera (o también de una institución jurídica, de una costumbre social, de un uso polÌtico, de una forma determinada en las artes o en el culto religioso), nada se ha comprendido aún con ello respecto a su génesis: aunque esto pueda sonar muy molesto y desagradable a oídos más viejos, ya que desde antiguo se había creído que en la finalidad demostrable, en la utilidad de una cosa, de una forma, de una institución, se hallaba también la razón de su génesis, y así el ojo estaba hecho para ver, y la mano estaba hecha para agarrar.
– Friedrich Nietzsche, Geneaología de la moral (II:12)


Schloss, Jeffrey P., & Murray, Michael J. (2011). Evolutionary Accounts of Belief in Supernatural Punishment: A Critical Review. Religion, Brain & Behavior, 1 (1), 46-99 : 10.1080/2153599X.2011.558707

lunes, 20 de junio de 2011

¿Comienza una revolución anti-capitalista?


20 JUNIO 2011 
En un pasaje memorable del Manifiesto Comunista Marx y Engels sostienen que con su ascenso la burguesía desgarró impiadosamente el velo ideológico que impedía que hombres y mujeres percibieran la verdadera naturaleza de sus relaciones sociales “para no dejar subsistir otro vínculo que el frío interés, el ‘pago al contado’.” El capitalismo, decían,  “ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. … En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal.” Y culminan esa sentencia diciendo que en ese mundo construido por la burguesía “todo lo sólido se disuelve en el aire; todo lo sagrado es profanado y los hombres, al fin, se ven forzados a enfrentarse, sobriamente, con sus condiciones reales de existencia y sus relaciones recíprocas.”
Varias consideraciones son pertinentes en relación a estas palabras. En primer lugar para expresar la admiración que todavía hoy despierta esa extraordinaria capacidad de los fundadores del materialismo histórico para retratar, en unos pocos trazos, las profundas consecuencias que el  ascenso de la burguesía tuvo sobre los hombres y mujeres de aquel tiempo. Segundo, para decir que el propio Marx revisaría aquella tesis cuando en el primer capítulo de su obra cumbre, El Capital, sentara los lineamientos generales de su teoría del fetichismo de la mercancía. Revisión que no significaba una corrección en lo tocante al tránsito histórico del feudalismo al capitalismo pero sí acerca del carácter abierto y transparente de la explotación en el seno de la sociedad capitalista. En la nueva formulación de Marx la explotación se invisibiliza, queda oculta bajo los pliegues del mercado y disimulada por la falsa equidad de la compraventa de la fuerza de trabajo. En esa ficción el obrero desprovisto de una conciencia socialista que lo inicie en los secretos de la plusvalía puede inclusive llegar a engañosamente congratularse por la “buena” remuneración recibida de su patrono.
Tercero, y principalmente a esto queremos referirnos, para decir que si de la vida política se trata las palabras aquellas del Manifiesto son de una fuerza profética incomparable. La nueva crisis general del capitalismo ha sumergido las ilusiones fomentadas por los mentores y beneficiarios de la democracia liberal “en las aguas heladas del cálculo egoísta.” Como decía una de las pancartas enarboladas en la Plaza del Sol de Madrid “esto no es una crisis, es una estafa”. Y de la mano de ese doloroso descubrimiento iba otro: la estafa no sólo se ejecutaba en gran escala en el terreno económico. No menor era el fraude montado en el ámbito político al haber inducido al grueso de la población a creer que la sórdida e inescrupulosa plutocracia bajo cuya férula se desenvolvían sus vidas era una democracia. Por eso las quejas y reclamos exigiendo una “real democracia ya”, una “democracia verdadera” que reemplace a la  pseudo-democracia cuyo interés excluyente es la preservación de la riqueza de los ricos y el poderío de los poderosos.
La crisis tuvo por efecto hacer conciente a los pueblos del mundo desarrollado que tanto ellos como nosotros en el Sur global somos víctimas de un sistema que, habiéndose despojado de los ropajes que ayer disimulaban su verdadera naturaleza, somete a unos y otros a “una explotación abierta, descarada, directa y brutal.” Y que lo que llaman democracia es en realidad la dictadura de la oligarquía financiera, que como lo recordaba el Che en la Conferencia de Punta del Este, es incompatible con la democracia.
Es en este cuadro cuando “todo lo sólido se disuelve en el aire” y el grito desesperado de la mujer retratada días atrás en el magnífico relato de Pedregal Casanova revela el dramatismo de la crisis: “una  mujer joven (en el vagón de un tren de cercanías de Madrid)  que un momento antes hubiera pasado desapercibida, puesta en pie, dejó escuchar entre lloros sus palabras: - ¡Les ruego… les ruego… que me ayuden! Soy… maestra…nunca imaginé que me podía ver en la calle. Me quedé sin trabajo… Me echaron del trabajo -declaró quedamente- me despidieron -levantó un poco el tono- cerraron varias aulas, y aquí, estoy aquí -sollozaba apretándose las manos una con otra- estoy sola con mis dos niños… Antes que dormir con mis dos hijos otra vez en un cajero he decidido pedir ayuda.”   Esta heroína (y víctima) anónima, surmergida violentamente en las aguas heladas de la “racionalidad costo-beneficio del capitalismo” representa con su grito a los centenares de millones que con sus padecimientos hacen posible la opulencia de los plutócratas que dominan bajo su disfraz “democrático.”
Días atrás el Financial Times de Londres hizo público un informe sobre las remuneraciones que, en este contexto de crisis, percibían los máximos ejecutivos de las más grandes empresas. La nota decía que “en lo que respecta a los banqueros la era de la contención (salarial) ha terminado.” En 2010, mientras el mundo continuaba su caída libre hacia el desempleo de masas, las ejecuciones hipotecarias y el empobrecimiento generalizado de la población, la “retribución media de los máximos responsables de los 15 mayores bancos europeos y estadounidenses aumentó un 36%, hasta (alcanzar una media anual  de) 9,7 millones de dólares.” El pelotón de los bribones lo encabeza el presidente del JP Morgan Chase, Jamie Dimon, que mientras millones de estadounidenses se quedan sin empleo, ven ejecutadas sus casas y recortados (cuando no expropiados) sus haberes jubilatorios embolsó 20.7 millones de dólares, casi dos millones de dólares al mes; le sigue un tal John Stumpf, presidente de Wells Fargo, con 17,5 millones de dólares Otro de los integrantes de esa banda, Lloyd Blankfein, presidente de Goldman Sachs, hombre  pío si los hay, dijo una vez que los banqueros hacían ‘el trabajo de dios’. Por su celo sagrado percibió 14,1 millones de dólares. En el estado español, conmovido hasta sus cimientos por la oleada de manifestaciones de los “indignados”, el presidente del BBVA, Francisco González, se conforma con ganar unos 8.000.000 de dólares al año mientras que su colega del Banco Santander, el más importante de España, fue más ambicioso y calmó su ansiedad al ver recompensado sus esfuerzos en pro de sus ahorristas con trece millones de dólares. Ni hablemos, por supuesto, de las ganancias embolsadas por su jefe, el dueño del Banco Santander, don Emilio Botín-Sanz de Sautuola y García de los Ríos, Marqués consorte de O’Shea, según rezan las historias de vida más conocidas, quien previsor el hombre tuvo la precaución de depositar los ahorros de toda una vida de trabajo y sacrificios en esos tenebrosos santuarios del delito que son los bancos suizos. Podríamos seguir enumerando contrastes de este tipo a lo largo de muchas páginas, pero sería ocioso. Con mayor o menor detalle todos saben de los tremendos contrastes que presenta el capitalismo en su crisis actual, cuando la opulencia y el acelerado enriquecimiento de los ricos conviven con el empobrecimiento de las grandes mayorías sociales.
Ante esta situación cabe preguntarse por el destino de estas orgullosas y arrogantes pseudo democracias, violentamente desmistificadas y desfetichizadas al calor de la crisis. También sobre los estados que desnudaron su verdadera esencia, convertidos, al decir del viejo Hegel, en “sociedades civiles disfrazadas de estado”, es decir, en aparatos institucionales que en lugar de ser las esferas de la justicia y la eticidad universal descendieron al infierno del egoísmo universal y de la primacía de los intereses privados por encima del beneficio público. La deslegitimación de las pseudodemocracias del capitalismo avanzado es una muy buena noticia, porque se pone fin a una mentira que ni siquiera era piadosa sino infame, puesta al servicio del fortalecimiento de las oligarquías y de la opresión de los pueblos.
Dados estos antecedentes no está demás preguntarse sobre lo que realmente está ocurriendo en Europa, en el Norte de África y en Medio Oriente: ¿son revueltas populares, llamadas a extinguirse con el paso de los días, o son algo más, revoluciones?  Nunca es fácil decir cuando comienza una revolución. Lenin dijo una vez que eso ocurre cuando los de abajo  no quieren y los de arriba no pueden seguir viviendo como antes. Lo que sí sabemos es que las revoluciones son procesos y no actos; procesos que tienen un comienzo que, en principio, no parece afectar a los fundamentos del orden social. Protestas aisladas, revueltas contra el precio de los alimentos, contra los “excesos de malos gobernantes”, contra la desocupación o el súbito empeoramiento de las condiciones de vida, cuestiones todas que no cuestionan los cimientos de la sociedad. Se cuenta que María Antonieta, esposa de Luis XVI de Francia, anotó en su diario la noche del 14 de Julio de 1789: “nada de importancia, salvo un disturbio en una panadería frente a la Bastilla”. Y en la Rusia zarista, el sacerdote ortodoxo Georgi Gapón, que había organizado una asociación para evangelizar a los obreros encabezó una manifestación pacífica, crucifijo en ristre, en San Petersburgo para entregar un petitorio al zar. La respuesta fue la feroz matanza que desencadenaría la revolución de 1905, preludio necesario de la de Octubre de 1917.  Tal como lo hemos examinado en detalle en otra parte, la dialéctica de la historia: la lucha de clases y el enfrentamiento con el imperialismo, suele convertir protestas y demandas en principio asimilables por el sistema en fragorosos procesos revolucionarios.
¿Será esto lo que está gestándose en estos días? Difícil decirlo, pero hay signos inequívocos de que los poderosos dispositivos desmovilizadores y conformistas del fetichismo de la mercancía y de la pseudo democracia han dejado de funcionar. El capitalismo y la democracia liberal son una gigantesca estafa, y esa convicción se ha hecho dolorosamente carne en los pueblos de España, Grecia, Islandia, y comienza a diseminarse por otras regiones del mundo desarrollado, además del Norte de África y Medio Oriente. Esa certidumbre ya la teníamos en América Latina, pero ahora cobra nuevos bríos porque ya no se puede decir que las protestas de esta parte del mundo -la primera en rebelarse contra la tiranía del capital en su fase actual- eran producto de nuestro atraso o de la desmesurada codicia de nuestras clases dominantes; ahora es casi todo el mundo capitalista el que está en rebeldía porque allí también se está aplicando la venenosa medicina del FMI, el BM y el Banco Central Europeo. Es demasiado pronto para saber si estas protestas tendrán la virtud de desencadenar la revolución anticapitalista que la humanidad necesita imperiosamente para sobrevivir. Pero por lo menos sabemos que de ahora en más la historia será distinta: que los condenados de la tierra no quieren seguir viviendo como antes y que los ricos comienzan a percibir que no podrán seguir dominando como antes. Son condiciones necesarias -si bien no suficientes- para una revolución, lo cual no es poca cosa. Más temprano que tarde la historia dará a conocer su veredicto.
  1. Cf. Ramón Pedregal Casanova, “El Capitalismo real“, en Rebelión, 19 de Junio de 2006.
  2. Rosa Luxemburgo y la crítica al reformismo socialdemócrata“, estudio introductorio a la nueva edición de ¿Reforma Social o Revolución?, de Rosa Luxemburgo (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2010)

domingo, 19 de junio de 2011

EL MUNDO SEGÚN CASCIARI


Por Hernán Casciari.

Leí una vez que la Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más joven.

Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la edad
de los países basándome en el 'sistema perro'.

Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro era joven o
viejo había que multiplicar su edad biológica por 7. En el caso de los
países hay que dividir su edad histórica entre 14 para saber su
correspondencia humana. ¿Confuso?

En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores.

Argentina nació en 1816, por lo tanto ya tiene 190 años. Si lo
dividimos entre 14, Argentina tiene 'humanamente' alrededor de 13 años
y medio, o sea, está en la edad del pavo.

Es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena
de acné (¿será por eso que le dicen el granero del mundo?)

Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como
pasa siempre en esos casos, forman pandillas.

La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que tienen un
conjunto de rock. Ensayan en un garaje, hacen mucho ruido y jamás han
sacado un disco.

Venezuela , que ya tiene tetitas, está a punto de unirse a ellos para
hacer los coros. En realidad, como la mayoría de las chicas de su
edad, quiere tener sexo, en este caso con Brasil, que tiene 14 años y
el miembro grande.

México también es adolescente, pero con ascendente indígena. Por eso
se ríe poco, mastica peyote, razona como " El Chavo" y se junta con
Estados Unidos, un adolescente turro de 17, que se dedica a culear a
los chicos de 6 añitos en otros continentes.

En el otro extremo está la China milenaria. Si dividimos sus 1.200
años por 14 obtenemos una señora de 85, conservadora, con olor a pipí
de gato, que se la pasa comiendo arroz porque no tiene -por ahora-
para comprarse una dentadura postiza. La China tiene un nieto de 8
años, Taiwán, que le hace la vida imposible.

Está divorciada desde hace rato de Japón, un viejo cascarrabias, que
se juntó con Filipinas, una jovencita pendeja, que siempre está
dispuesta a cualquier aberración a cambio de dinero.

Después, están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y
salen a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo, Australia y Canadá,
típicos países que crecieron al amparo de papá Inglaterra y mamá
Francia, con una educación estricta y concheta, y que ahora se hacen
los locos. Australia es una pendeja de poco más de 18 años, que hace
topless y tiene sexo con Sudáfrica; mientras que Canadá es un chico
gay emancipado, que en cualquier momento adopta al bebé Groenlandia
para formar una de esas familias alternativas que están de moda.

Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero
muy respetada en el ámbito profesional. Tiene un hijo de apenas 6
años: Mónaco, que va camino de ser puto o bailarín... o ambas cosas.
Es amante esporádica de Alemania, camionero rico que está casado con
Austria , que sabe que es cornuda, pero no le importa.

Italia es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y
al Vaticano. Estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron
poco: tuvieron a Suiza), pero ahora no quiere saber nada con los
hombres.

A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica: abogada,
independiente, que usa pantalón y habla de política de tú a tú con los
hombres (Bélgica también fantasea a veces con saber preparar
espaguettis) .

España es la mujer más linda de Europa (posiblemente Francia le haga
sombra, pero pierde espontaneidad por usar tanto perfume). Anda mucho
en tetas y va casi siempre borracha... Generalmente se deja follar por
Inglaterra y después hace la denuncia.( solo ella no quiere acordarse
de su pasado pervertida y abusadora)

España tiene hijos por todas partes (casi todos de 13 años), que viven
lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que, cuando tienen hambre,
pasen una temporada en su casa y le abran la nevera.

Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Sale en barco por la
noche, se tira a las pendejas y a los nueve meses aparece una isla
nueva en alguna parte del mundo. Pero no se desentiende de ella. En
general las islas viven con la madre, pero Inglaterra les da de comer.
Escocia e Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven en el piso de
arriba, se pasan la vida borrachos y ni siquiera saben jugar al
fútbol. Son la vergüenza de la familia.

Suecia y Noruega son dos lesbianas de casi 40 años, que están buenas
de cuerpo, a pesar de la edad, pero no le dan bola a nadie. Cojen y
trabajan, pues son licenciadas en algo. A veces hacen trío con Holanda
(cuando necesitan porro); otras, le histeriquean a Finlandia, que es
un tipo medio andrógino de 30 años, que vive solo en un ático sin
amueblar y se la pasa hablando por el móvil con Corea.

Corea (la del sur) vive pendiente de su hermana esquizoide. Son
mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico cuando salió del
útero y quedó estúpida. Se pasó la infancia usando pistolas y ahora,
que vive sola, es capaz de cualquier cosa.

Estados Unidos, el pendejo guacho de 17, la vigila mucho, no por
miedo, sino porque le quiere quitar sus pistolas.

Israel es un intelectual de 62 años que gracias a Dios, siempre tuvo
una vida de mierda, pero siempre se la rebuscò para caer parado. Hace
unos años, Alemania (el camionero) se puso en pedo, con las promesas
de Hitler y se lo llevó por delante. Israel saliò maltrecho del
accidente, pero igual que siempre: zafò, curò sus heridas e hizo
rehabilitaciòn.- Desde ese día Israel dejò la Torà, la reemplazò por
la ciencia y la tecnologìa, logrando ponerse muy por encima de todos
sus vecinos, que no paran de tirarle piedritas cargadas de odio,
impotencia y envidia.-

Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los
repuestos, hasta que un día le robaron un repuesto a la motoneta de
Estados Unidos y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los
mocos.

El mundo estaba bien así, hasta que un día Rusia se juntó (sin
casarse) con la Perestroika y tuvieron como docena y media de hijos.
Todos raros, algunos mongólicos, otros esquizofrénicos.

Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los
habitantes serios del mundo descubrimos que hay un país que se llama
Kabardino-Balkaria. Un país con bandera, presidente, himno, flora,
fauna.....y ¡hasta gente!

A mí me da un poco de miedo que aparezcan países de corta edad, así,
de repente. Que nos enteremos de costado y que, incluso, tengamos que
poner cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes Y yo me
pregunto:

¿Por qué siguen naciendo países, si los que hay todavía no funcionan?


--

 "Yesterday is History, Tomorrow a Mystery, but Today is a Gift; That's why its called Present".
 
Cora Meeks

jueves, 16 de junio de 2011

Alain Touraine: "El único movimiento importante en Europa es la xenofobia"

En su libro "Después de la crisis", el sociólogo francés asegura que de forma extraordinaria Europa se quedó  sin actores sociales ni políticos. "Es la manifestación desesperada de una izquierda abandonada y engañada" dice sobre los indignados.


Premio Príncipe de Asturias 2010 de Comunicación y Humanidades, el sociólogo francés Alain Touraine (Hermanville-sur-Mer, 1925) es un profundo conocedor de la sociedad industrial y el mundo del trabajo. En su último libro, Después de la crisis (Paidós), analiza las transformaciones sociales que germinan tras la crisis económica y financiera desencadenada a partir del 2007.

La economía mundial da signos de recuperación. ¿Es eso realmente la salida de la crisis?
En el plano puramente económico, no hemos salido verdaderamente del estancamiento. En Estados Unidos, la capacidad de creación e innovación es tan importante que se puede hablar de elementos de arranque. Pero en Europa, el único país que está saliendo es Alemania, donde han tenido la inteligencia de mantener la sociedad industrial. La situación en Francia, en Italia, no es brillante. En España, hay un 21 % de paro... Y hay tres países en situación difícil. ¿Se puede hablar de salida de la crisis con los casos de Grecia, Irlanda y Portugal?

Pese a todo, la situación no es tan dramática como la que se produjo tras el crack del 29.
Ciertamente, hemos evitado 1929. Hemos conseguido, pese a las dificultades, hacer algo para salvar la zona euro. Y los países europeos, salvo excepciones, han entendido que encerrarse, cerrar las fronteras como propone en Francia Marine Le Pen, sería una catástrofe, que abandonar el euro no es una solución. Hemos evitado lo peor. Pero no se puede decir que las cosas se han recuperado. Y esto pasa en un mundo que está en pleno crecimiento: América Latina, India, Corea, China... incluso África.

¿La hegemonía mundial se está desplazando con la crisis?
El gran fenómeno es el desplazamiento hacia los países nuevos. Es el hecho más importante. Los americanos han perdido mucha influencia, pero los europeos todavía más. Hoy no cabe imaginar a Europa como un elemento fundamental de la economía mundial. No hemos salido, no salimos, de la crisis porque no podemos salir sin un cambio cualitativo, profundo, cultural, político, social... y estamos muy lejos. Abordamos pequeños problemas con enormes dificultades.

¿Es un declive inevitable?
Nada es inevitable. Aunque hay que entender que salir de la crisis implica cambiar de visión, cambiar de paradigma, de representación de un tipo societal nuevo. Lo que es extremadamente difícil. En el siglo XIX, en Europa –Inglaterra aparte– el pensamiento industrial tuvo muchas dificultades para imponerse.

No encontramos el camino...
En Europa, y esto es algo extraordinario, han desaparecido los actores sociales y políticos. En la derecha no hay nada nuevo.El único cambio es la penetración de las ideas de la extrema derecha. El único movimiento importante hoy en Europa es la xenofobia. Y la izquierda está en retroceso. El problema fundamental es que los actores de la sociedad industrial han desaparecido y no han sido reemplazados. La extrema derecha es un contra-actor. Estamos en un continente sin actores. En un mundo vacío donde no hay grandes movimientos sociales. En la Europa de los últimos años había movimientos de cierta importancia, vinculados a la deslocalización industrial, al cierre de empresas. Después del inicio de la crisis en 2007 se terminó, porque la gente está en una situación mucho más difícil.

Usted habla en su libro del silencio de las víctimas de la crisis. ¿A qué lo atribuye?
No tengo respuestas suficientes. Pero es el problema más importante. La gran cuestión son los dominados, el pueblo, los trabajadores. Las fuerzas de oposición ya no son los trabajadores.

En España han roto ese silencio los indignados.
La ausencia de respuesta de los países europeos a la crisis ha comportado una crisis política. Los electores, sobre todo los jóvenes instruidos, tienen la conciencia de que se encuentran frente a un vacío político. En varios países, y no sólo en España, ha habido movimientos parecidos de ruptura. No se trata en absoluto de revolución, sino de la conciencia de no estar ya representados. El movimiento español parece una manifestación desesperada de una izquierda abandonada y engañada. Estos movimientos reclaman con urgencia nuevas proposiciones del sistema político. Es la ausencia de propuestas para salir de la crisis la que causa la indignación.

Si ya no son los trabajadores la principal fuerza de oposición, ¿quién puede serlo?
Ésa es la gran cuestión... Se puede responder de tres maneras. Se puede decir, de entrada, que en este mundo global la única respuesta con sentido debe ser mundial, es decir, ecologista. Aquí hay una capacidad de acción incontestable. La segunda es la respuesta a la mundialización. Pero los altermundialistas, que se han movilizado formidablemente, no tienen ningún asidero político. Es un movimiento de opinión que no deviene movimiento político. En tercer lugar, yo había formulado la hipótesis, que se ha revelado errónea, de que entre las principales fuerzas estaría el feminismo. No se ha producido.

sábado, 11 de junio de 2011

Adolescentes experimentan vida sin electrónicos por 6 meses

AP | NUEVA YORK
  • Susan Maushart (2 i), con sus hijos Anni, Sussy y Bill comparten un juego de mesa en Perth, Australia. Ella escribió un libro sobre su experiencia de desconectarse por 6 meses.Fotos
Susan Maushart (2 i), con sus hijos Anni, Sussy y Bill comparten un juego de mesa en Perth, Australia. Ella escribió un libro sobre su experiencia de desconectarse por 6 meses.
Susan Maushart vivió el sueño de todo padre moderno: Desconectó a sus hijos adolescentes.

Durante seis meses, Maushart quitó la internet, la televisión, los iPods, los celulares y los juegos de vídeo. El fantasmagórico brillo de las pantallas dejó de iluminar la sala de estar. Los aparatos electrónicos ya no sonaban por la noche, como "grillos maléficos". Y ella dejó de llevar su iPhone al baño.

El resultado de lo que Maushart llama "El Experimento" fue una inmersión en la vida real.

Como Maushart explica en un libro publicado en Estados Unidos y llamado "The Winter of Our Disconnect" (El invierno de nuestra desconexión), ella y sus hijos redescubrieron placeres simples, como juegos de tablero, libros, viejas fotos, cenas familiares y escuchar música juntos, en lugar de cada uno conectado a su propio iPod.

Su hijo Bill, un adicto a los juegos de vídeo, llenó su tiempo libre tocando saxofón. "Cambió Grand Theft Auto por las obras de Charlie Parker", escribió Maushart. Bill dice que El Experimento fue meramente la chispa, y que él habría vuelto a la música tarde o temprano. Sea lo que haya sido, él se dedicó tan seriamente al saxofón que cuando se acabó la veda electrónica, vendió su consola de juegos y ahora estudia música en la universidad.

La hija mayor de Maushart, Anni, estaba menos "conectada" y leía más que sus hermanos, así que su transición fue la más fácil. Sus amigos pensaron que la prohibición era "cool". Cuando necesitaba computadoras para hacer las tareas escolares, iba a la biblioteca. Incluso ahora, pasa tiempo sin conectarse a Facebook.

La hija menor de Maushart, Sussy, fue la que tuvo mayores dificultades. Maushart había decidido permitir el uso de internet, TV y otros aparatos electrónicos fuera de la casa, y Sussy inmediatamente adoptó esa opción, tomando su laptop y mudándose con su padre —el ex esposo de Maushart— por seis semanas. Cuando regresó a la casa de su madre, se pasaba horas hablando por el teléfono de línea fija.

Pero la privación electrónica tuvo su impacto de todas formas: Las calificaciones de Sussy mejoraron considerablemente. Maushart escribió que sus hijos "se despertaron lentamente del estado de cognitus interruptus que había caracterizado muchas de sus horas de vigilia, y se volvieron mejores pensadores".

Maushart decidió desconectar a la familia porque los muchachos —de 14, 15 y 18 años cuando comenzó El Experimento— no sólo usaban los medios, "vivían en ellos".

"No se acordaban de la época antes del correo electrónico, o los mensajes instantáneos, o Google", escribió.

Al igual que muchos adolescentes, no podían hacer sus tareas escolares sin escuchar música, actualizar sus páginas en Facebook e intercambiar mensajes instantáneos". Las niñas se habían vuelto "meros accesorios de su propio perfil en las redes sociales, como si la vida real fuese un ensayo con vestuario para la próxima actualización".

Maushart admite haber sido tan adicta como sus hijos. Neoyorquina de nacimiento, vivió en Perth, Australia, cerca de su ex esposo, y curaba su nostalgia con podcasts desde Estados Unidos. Su mayor reto durante El Experimento fue "abandonar la falsa ilusión de avestruz de que enterrar la cabeza en información y entretenimiento de mi país era tan bueno como estar allí".

Maushart comenzó El Experimento con una medida drástica: Cortó completamente la electricidad durante unas pocas semanas, usó velas en lugar de bombillas, tomó duchas frías y comió alimentos guardados en hieleras. Cuando se acabó el apagón, Maushart esperaba que la reacción de aprecio por la electricidad suavizaría la transición de sus hijos a la vida sin Google ni celulares.

Como resultado de El Experimento, Maushart hizo un cambio importante en su propia vida. En diciembre, se mudó de regreso a Longs Island, Nueva York, con Sussy. Por supuesto, la mudada perpetuó la necesidad de Maushart de vivir en dos lugares a la vez: Mantuvo su trabajo como columnista de un diario australiano y está "viviendo en Skype", porque sus otros dos hijos se quedaron en Australia estudiando la universidad. Irónicamente, la internet alivio la transición a Estados Unidos para Sussy, que usó Facebook para establecer amistad con niños en su nueva escuela antes de llegar.

Maushart entiende que vivir totalmente desconectado por seis meses no es algo realista para la mayoría de la gente. Pero alienta a las familias a desconectarse periódicamente. "Una forma de hacerlo es establecer un día a la semana sin pantallas. No como castigo, sino como algo especial", dice. "No hay un niño en el planeta que no preferiría jugar un juego de tablero que sentarse frente a su computadora".

La prensa globalizada en entredicho

Por Germán Uribe*




OPINIÓNSi algo ha venido diluyéndose a una velocidad vertiginosa en el entorno de nuestras vidas, ello es la fidelidad a la verdad.

Si algo ha venido diluyéndose a una velocidad vertiginosa en el entorno de nuestras vidas, ello es la fidelidad a la verdad, particularmente por parte de quienes ejercen la función de informar, es decir, por parte de los periodistas que son los verdaderos proveedores de noticias en el espectro mediático que hoy por hoy está alcanzando la categoría de poder definitorio en la sociedad de estos comienzos del siglo XXI.
La globalización le ha insuflado una vida tan irresistiblemente dinámica a los medios de comunicación y le viene aportando un impulso tan arrollador y sorprendente, que hace de estos ya no un cuarto sino casi un primer poder, extremadamente peligroso si se observa que ha inspirado al cada vez más reducido número de poderosos propietarios de medios a construir primero, y luego a creerse, un contenido informativo que asimilan como la única verdad de la que disponen pueblos y gobiernos para encauzar sus vidas, sus políticas y su futuro.

Es probablemente un nostálgico pero condenable retorno a la época aristocrática griega durante la cual eran los poderosos quienes determinaban en donde estaba lo verdadero, y en donde lo falso.

Juan Linares, en Semana.com (04/03/2011), nos pinta un cuadro estremecedor aunque fidedigno al respecto:

"Así el periodismo, que antes era una especie de servicio social, hoy defiende al capitalismo globalizado a través de siete grupos multimedia que controlan el 70% de los medios de comunicación mundial. Estas siete corporaciones: Fox News, Time Warner, Disney, Sony, Bertelsmann, Viacom y General Electric, controlan la TV, los satélites, las agencias de noticias, las revistas, las radios, los periódicos, las editoriales, la producción cinematográfica, la conexión a Internet, la distribución de películas, etc. Estos siete fantásticos son los que marcan la agenda de la guerra o de la paz en los países petroleros, les dictan las “nuevas ideas” a nuestros gobernantes e imponen sus valores culturales a nuestros pueblos."

Para muestra, el más reciente botón: Libia. Y los botones que seguramente vendrán: Siria, Irán, Yemen, Pakistán, ¿Venezuela?.

Y el mismo Linares, haciendo mención al tema de verdad y periodismo, dice que la verdad es la " piedra fundacional sobre la cual se asienta el periodismo". Debió decir más bien "sobre la cual está obligado a asentarse el periodismo", puesto que más adelante puntualiza que esa "verdad" periodística pertenece "al censo de las palabras sospechosas", dicho por nosotros ahora, no solamente sospechosa, sino difusa y desteñida y en un alto porcentaje simplemente desaparecida.

Si tenemos en cuenta la definición -muy aproximada- de objetividad periodística como aquella coincidencia entre la realidad y su escrupulosa descripción, sabemos de antemano que estamos hablando de materia extraña a los mandamases de los medios y sus subalternos comunicadores, porque mientras estos continúen aferrados a la práctica de la interpretación como la regla que domina la información, ni la sinceridad, ni la objetividad, ni el derecho a las noticias veraces, ni el interés de la comunidad, podrán salir bien librados.

Alguien hablaba recientemente de los riesgos que corría la prensa no tanto por los avances de la Internet que viene engulléndolo y agitándolo todo, como por la insistencia para que la objetividad -reclamo medular en este tema- permanezca como el prurito de la misión periodística. Decía el extravagante aunque gracioso analista que la objetividad hacía del periodismo algo vacío y frio, restándole la pasión innata al vértigo noticioso y dejando a los diarios y a los medios en general "sin sangre y sin alma". Vaya, vaya, manera desvergonzada ésta de buscar rentabilidad en un trueque entre el uso y abuso de la verdad y el rating o las tiradas millonarias que generen espléndidos beneficios económicos a los patrones y "señores" de la industria mediática.

Habría que notificarlo de una vez: la verdadera enfermedad del periodismo contemporáneo no es el manipuleo que se permite "sufrir" por parte de las ideologías. Ni tampoco de manera exclusiva su rendida pleitesía al poder político y a las recurrentes "versiones oficiales". Ni su alienación en los rendimientos económicos. Ni siquiera sus turbios conceptos éticos. Ni la sobradez con la que a menudo se muestra fungiendo como la dueña y señora de la "verdad" -su verdad, sí, en su delirio quizás, pero no la verdad nuestra- que, poco a poco y de manera casi imperceptible, ha venido convirtiendo en propiedad privada.

No. La verdadera enfermedad del periodismo de nuestros días es su
desprecio por la objetividad.

Pienso que lo único que puede hacer prevalecer la verdad y rendirle tributo a la objetividad en el fangoso mundo actual del imperio y la tiranía mediática, es la pasión amorosa -personal e individual- por el periodismo y el culto por su función social que seguramente anida en el alma y la inteligencia de numerosos honestos periodistas dispersos ellos por todo el el mundo.

Finalmente, "entredicho", dice el Diccionario de la lengua española, Wordreference, uno de los más visitados de la Internet, es la "duda que recae sobre algo o alguien, especialmente sobre su honradez o veracidad". He allí descrito en dos términos críticos mi punto de vista sobre la actual supremacía mediática, engendrada por la inagotable audacia del capitalismo y convenientemente globalizada para favorecer sus intereses.

guribe3@gmail.com 

martes, 7 de junio de 2011

Reducción de pobreza, logro y desafío del gobierno de Rafael Correa en Ecuador


Prensa Latina   

Reducir los índices heredados de pobreza en Ecuador, donde estaba en el 2006 más de la tercera parte de la población, es uno de los importantes avances logrados por la Revolución Ciudadana que lidera el presidente Rafael Correa, y sigue siendo hoy su mayor desafío. 

Con casi cinco millones en condición de pobreza, que representaban en el 2006 el 37,62 por ciento de los ecuatorianos, la reducción an 2010 de tal indicador al 32,76 por ciento significó en cuatro años sacar a 700 mil personas de ese estado.

Afirmar que cada vez hay menos pobres en Ecuador no significa desconocer una realidad que incluye todavía a casi tres de cada 10 personas, pero la reducción de 4,9 puntos porcentuales en cuatro años y de 7,6 puntos en la zona rural, es un avance considerable.

Así se refleja en el libro "100 logros de la Revolución Ciudadana" presentado este martes por René Ramírez, secretario nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) en el cual precisa que la extrema pobreza cayó de 16,89 por ciento el 2006 a 13,9 el 2010.

Las cifras demuestran también que en estos cuatro años los pobres de Ecuador son menos pobres, pues la distancia entre el ingreso de una persona pobre con respecto a la línea de pobreza disminuyó del 8,5 por ciento al 6,8 por ciento entre marzo de 2007 y marzo de 2011.

Para ayudar a los más desprotegidos de la sociedad por debajo de la línea de pobreza, el Bono de Desarrollo Humano (BDH) pasó de 1,1 millón de beneficiarios en marzo de 2006 a 1,8 millones en marzo del 2011, y aumentó de 15 a 35 dólares mensuales.

El 67 por ciento de los actuales beneficiarios del BDH son madres solteras (un millón 197 mil), un 28 por ciento adultos mayores (503,5 mil), un cuatro por ciento personas con discapacidad (70,2 mil) y un uno por ciento menores de edad con discapacidad (20 mil).

Las zonas rurales, tradicionalmente las más excluidas, han visto descender la pobreza de manera significativa, y su porcentaje respecto a la Población Económicamente Activa (PEA) agrícola bajó de 59,57 por ciento el 2006 a 50,09 por ciento el 2010.

En estos cuatro años el gobierno ha entregado 700 mil créditos a ecuatorianos anteriormente excluidos para que sean dueños de sus pequeños negocios y el crecimiento de la recaudación de impuestos para beneficio social creció un 79 por ciento entre 2006 y 2010.

Sin dudas es mucho aún lo que falta por hacer para lograr la equidad y justicia social que proclama la Constitución de 2008, pero por ese camino avanza la Revolución Ciudadana bajo la dirección del presidente Rafael Correa.

Prensa Latina, junio 1 de 2011.

La ciencia es siempre provisional

«El camino por el cual la ciencia llega a sus ideas es enteramente diferente del de la teología medieval. La experiencia ha mostrado que es peligroso partir de principios generales y proceder deductivamente, por los principios puedes ser falsos y porque el razonamiento basado en ellos puede ser falaz. La ciencia parte no de amplias presunciones, si no de los hechos particulares descubiertos por la observación o el experimento. De un cierto número de tales hechos se llega a una regla general, de la cual, si es cierta, los hechos en cuestión son otros tantos casos. Esta regla no se afirma positivamente, pero se acepta al empezar como una hipótesis de trabajo. Si es correcta, ciertos fenómenos no observados hasta entonces tendrán lugar en ciertas circunstancias. Si se encuentra que se producen, la hipótesis se confirma; si no, debe ser descartada y hay que idear una nueva. Establecer que muchos hechos se ajustan a la hipótesis no la hace cierta, aun cuando al final no pueda llegar a ser pensada como probable en alto grado; en este caso es llamada una teoría más que una hipótesis. Un cierto número de teorías diferentes, cada una construida directamente sobre hechos, uede llegar a ser la base de una hipótesis nueva y más general de la cual, si es verdadera, las demás infieren. A este proceso de generalización no se le puede poner límite. Mientras que en el pensamiento medieval los principios más generales eran el punto de partida, en la ciencia constituyen la última conclusión —es decir, última en un momento dado, aunque expuesta a convertirse en un caso de una ley aun más amplia en una etapa posterior.

El credo religioso difiere de la teoría científica porque pretende encarnar una verdad eterna y absolutamente cierta, mientras que la ciencia es siempre provisional, esperando que tarde o temprano haya necesidad de modificar sus teorías presentes, consciente de que su método es lógicamente incapaz de llegar a una demostración completa y final. Pero en una ciencia avanzada, los cambios requeridos son generalmente sólo aquellos que sirven para proporcionar mayor exactitud; las viejas teorías conservan su utilidad mientras se trate de aproximaciones toscas, pero fallan cuando se hacen posibles algunas nuevas observaciones minuciosas. Además, las invenciones técnicas sugeridas por las viejas teorías quedan como prueba de que han tenido hasta cierto punto una especie de verdad práctica. La ciencia favorece así el abandono de la investigación de la verdad absoluta, y la sustitución de ella por lo que puede llamarse verdad “técnica”, categoría de verdad que corresponde a toda teoría que pueda emplearse con éxito en invenciones y en la predicción del futuro. La verdad “técnica” es una cuestión de grado; un teoría de la que brotan más invenciones y predicciones de éxito, es más verdadera que la que da origen a menos. El “conocimiento” deja de ser un espejo intelectual del universo y llega a convertirse en mera herramienta práctica en la manipulación de la materia. Estas implicaciones del método científico no eran visibles a los pioneros de la ciencia, que aunque practicaban un nuevo método de buscar la verdad, aun concebían la verdad misma tan absoluta como sus oponentes teológicos.

Existe una diferencia importante entre concepción medieval y la de la ciencia moderna en lo que respecta a la autoridad. Para los escolásticos, la Biblia, los dogmas de la fe católica y (casi igualmente) las enseñanzas de Aristóteles estaban fuera de toda duda; el pensamiento original, y aun la investigación de los hechos, no deben sobrepasar las fronteras inmutables asignadas a la audacia especulativa. Si hay pueblos en los antípodas, si Júpiter tiene satélites, y si los cuerpos caen a una velocidad proporcional a su masa, eran cuestiones que había que decidir no por la observación, sino por la deducción de Aristóteles o las Escrituras. En conflicto entre teología y la ciencia venía a ser un conflicto entre la autoridad y la observación. Los hombres de ciencia no piden que las proposiciones sean creídas porque alguna autoridad importante ha dicho que son verdaderas; al contrario, apelan, a la prueba de los sentidos y sostienen tales doctrinas cuando creen que están basadas en hechos patentes a todos los que hacen las observaciones necesarias. El nuevo método logró inmenso éxito, tanto teórico como práctico, hasta el punto de forzar gradualmente a la teología a acomodarse a la ciencia. Los pasajes inconvenientes de la Biblia fueron interpretados en forma alegórica o figurada; los protestantes transfirieron el asiento de la autoridad en la religión, primero, de la iglesia y de la Biblia sólo a la Biblia y luego al alma individual. Se llegó a reconocer poco a poco que la vida religiosa no depende de declaraciones respecto a cuestiones de hecho, por ejemplo, la existencia histórica de Adán y Eva. De este modo la religión, rindiendo las avanzadas, trataba de preservar intacta la ciudadela —queda por ver si con éxito».

Religión y ciencia (1934)
[Extracto del libro escrito por Bertrand Russell]